sábado, 14 de noviembre de 2009

El cuidador

-Pero ¿como es eso que te vas a ir? …¿Que te has creído?... ¡Mándate a cambiar ahora mismo y vuelve cuando se te haya ido la borrachera!! ..El hambre lo va a traer, ¡roto mal agradecido!

Pero Guillermo no se movía, estaba decidido, aunque hacia tiempo había jubilado permaneció en el campo un tiempo más, tenia una gran razón, una razón de cuatro patas llamado Rasputin. Este caballo fue comprado por mi padre para realisar algunos trabajos y para el deleite de las nietas. El trabajo era esporádico como arar la viñas emparronadas, esta labor la hacia con Guillermo, un trabajador de confianza que permanecía todo el año para trabajos menores que también se encargaba de su cuidado, cuando no había nada que hacer Guillermo lo sacaba a pastar y sin fallar ningún día, lo llevaba al anochecer a su pesebrera. Guillermo no fallo nunca, aunque fuese domingo o dieciocho de septiembre, quizás por no tener familia se encariño de una manera especial con el caballo.

Durante el día Rasputin pastaba alejándose de la casa hasta llegar a la loma casi al límite de la propiedad, eso permitía verlo desde la casa , por más que se alejara siempre estaba visible, antes de irse a su casa Guillermo lo llamaba un enérgico chiflido y Rasputin se venia corriendo, en días feriado Guillermo se tomaba sus tragos y llegaba caminando con mucha dificultad un paso adelante, otro para el lado, se afirmaba en el parrón y trataba de silbar y pero no podía y el llamado quedaba en mishhs… pizzz , Chapulín.. pizz ,muy bajito, lo increíble de todo esto era que el caballo lo escuchaba y corría como los otros días, se tocaban y a paso lento algo bailado llegaban a la pesebrera

Cuando habían trabajos en la viña como la poda o la vendimia se contrataban mas trabajadores a los que Guillermo se unía. Las chaquetas, parcas y casacas de estos quedaban en un solo lugar allá llegaba Rasputin olfateando hasta encontrar la chaqueta de su amo, con su hocico buscaba en un bolsillo el pan que cada día era reservado para él

Pero este hombre es tonto decían, "como dejar de comer para darle al caballo"

Ellos se conocían y confiaban el uno en el otro cuando llegaba el tiempo de su trabajo que era arar las viñas, había días que Guillermo llegaba enfermo de curado, y desde la casa solo se veía: adelante el caballo seguido por el arado y a ratos una mano que aparecía sobre el surco que iba quedando, a ratos nada, muy despacio caminaba Rasputin para no dañar a su amigo.

Uno era la alegría del otro, pero aun así mi padre vendió el caballo sin decirle nada a nadie. Fue doloroso cuando lo supimos porque un caballo viejo tiene dos destinos que lo exploten hasta morir o charqui.

Fue por eso que Guillermo fue ese día, a decirle a su patrón que no volvía nunca más

Y cumplió, después se le veía en la plaza pretendiendo a una dama, pero al campo no volvió más.

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